Objetivos

1°. -Objetivo General:

Realizar la nueva evangelización de los miembros de la Iglesia al impulso del Espíritu Santo; la formación integral, gradual, permanente, práctica y eficaz de los discípulos del Señor, servidores, evangelizadores, agentes de pastoral y misioneros para un renovado compromiso misionero en la Iglesia, desde la identidad de la Renovación Carismática Católica, como respuesta a los problemas locales, regionales, nacionales, ad-intra y ad-extra de la Iglesia. (cf. Juan Pablo II. C.T. 21; Sínodo de Obispos 1987. Cap. V 39; A.A. 29-30; Puebla 997, 998, 1000, 1007, 362; SD.24,26).

Además, “Avivar en las comunidades cristianas una mayor apertura al impulso del Espíritu Santo en el encuentro con Jesucristo vivo, que genere un proceso de conversión personal y pastoral, para ser discípulos misioneros capaces de llegar a los sectores más alejados de la Iglesia y a los no creyentes”. (cf. V Conferencia General de Aparecida)

2°. - Objetivos específicos:

La Corporación participa de la misma experiencia fundamental y persigue los mismos objetivos generales de la Renovación Carismática Católica a nivel mundial:

1) Fomentar la madurez y la conversión personal continua a Jesucristo, nuestro Señor y Salvador.

2) Fomentar la receptividad personal radical hacia la persona, presencia y poder del Espíritu Santo. Estas dos gracias espirituales son frecuentemente ofrecidas juntas en lo que se conoce, en diversas partes del mundo, como el “Bautismo en el Espíritu Santo, liberación del Espíritu Santo o una renovación en el Espíritu Santo”. Son frecuentemente. Se entienden como una aceptación personal de las gracias de la Iniciación cristiana y como una capacitación para el servicio personal que el cristiano realiza en la Iglesia y en el mundo.

3) Fomentar la recepción y el uso de los dones espirituales o carismas (charismata), no únicamente en la RCC sino en toda la Iglesia. Estos dones, ordinarios y extraordinarios, son frecuentemente derramados sobre los laicos, religiosos y el clero. Su correcto entendimiento y utilización en armonía con otros elementos de la vida de la Iglesia es una fuente de fuerza para los cristianos en su camino hacia la santidad y en el cumplimento de su misión.

4) Fomentar el trabajo de la evangelización con el poder del Espíritu Santo, incluyendo la evangelización de los no cristianos, la re-evangelización de los cristianos por tradición y la evangelización de la cultura y estructuras sociales. La RCC promueve especialmente el compartir la misión de la Iglesia para proclamar la Buena Nueva con palabras y acciones, compartiendo el testimonio de Jesucristo a través del testimonio personal y a través de esas obras de fe justicia a las que cada uno estamos llamados.

5) Fomentar el crecimiento en santidad a través de la adecuada integración de los grupos carismáticos en la vida plena de la Iglesia. Esto se consigue por medio de la participación en la vida sacramental y litúrgica, con la apreciación de la tradición de la oración y espiritualidad católica y con la formación en la doctrina católica. Debe guiarse por el Magisterio de la Iglesia y la participación en el plan pastoral de ésta.

Misión:

La misión de la CORPORACIÓN RENOVACIÓN CARISMÁTICA CATÓLICA es contribuir a la renovación espiritual de la Iglesia y del mundo, conforme lo propone el Concilio Vaticano II, los Documentos del Magisterio de la Iglesia y la Teología de la Renovación Carismática Católica.

Igualmente hace parte de su misión estimular a los socios de la Corporación y en general a los fieles cristianos laicos a trabajar en la Nueva Evangelización, formación y misión del pueblo de Dios.

Acogemos el contenido sobre la nueva evangelización del Discípulo Misionero de Jesucristo, que proclaman la IV y V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.

Según la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Santo Domingo, y para Juan Pablo II, la Nueva Evangelización debe terminar hoy con un Nuevo Pentecostés:

“...Para Juan Pablo II la Nueva Evangelización es algo operativo, dinámico. Es ante todo una llamada a la conversión (cf. Juan Pablo II, Discurso inaugural, 1) y a la esperanza, que se apoya en las promesas de Dios y que tiene como certeza inquebrantable la Resurrección de Cristo, primer anuncio y raíz de toda evangelización, fundamento de toda promoción humana, principio de toda auténtica cultura cristiana (cf. ib., 25).

Es también un nuevo ámbito vital, un nuevo Pentecostés (cf. ib., 30-31) donde la acogida del Espíritu Santo hará surgir un pueblo renovado constituido por hombres libres conscientes de su dignidad (cf. ib., 19) y capaces de forjar una historia
verdaderamente humana. Es el conjunto de medios, acciones y actitudes aptos para colocar el Evangelio en diálogo activo con la modernidad y lo post-moderno, sea para interpelarlos, sea para dejarse interpelar por ellos. También es el esfuerzo por inculturar el Evangelio en la situación actual de las culturas de nuestro continente” (S.D. 24)

En la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en Aparecida, los obispos latinoamericanos proclamaron lo siguiente:
“Al terminar la Conferencia de Aparecida, en el vigor del Espíritu Santo, convocamos a todos nuestros hermanos y hermanas, para que, unidos, con entusiasmo realicemos la Gran Misión Continental. Será un nuevo Pentecostés que nos impulse a ir, de manera especial, en búsqueda de los católicos alejados y de los que poco o nada conocen a Jesucristo, para que formemos con alegría la comunidad de amor de nuestro Padre Dios. Misión que debe llegar a todos, ser permanente y profunda.” (D.A. Mensaje Final. 5.).

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